De compras... Cuidado porque te lo querrás comprar todo. Suerte que la mayoría de las cosas eran para chicas, así que ojito si lo eres o si visitas Vietnam con novia. Puedes acabar fácilmente con sobrepeso en la maleta.
En el baretillo copas muy baratas (por fin salimos de la clavada tributaria de Singapur y Malasia sobre el alcohol) y un juego que de entrada parece una gilipollez pero se va volviendo interesante a partir de la segunda ronda...
Otra para la colección de señales simpáticas
Excursión a Tam Coc ("Tres Cuevas"):
Contratamos un trip en una de las mil agencias de Hanoi para que nos recogieran en el hotel tempranito y nos llevaran de paseo. Primero comprarse el gorro vietnamita (fundamental para parecer un auténtico guiri).
Después alquilamos unas bicis y nos hicimos una ruta entre montañas y arrozales para llegar al valle de las tres cuevas, donde iban saliendo barcas y barcas que hacían un recorrido de cerca de 2 horas por el cauce del río atravesando las mencionadas cuevas, aunque lo más bonito no eran las cuevas (en las que no se veía nada) sino el propio recorrido en el que los acantilados te envolvían.
dormir en la barca no era muy cómodo... (no me mates por ponerla, Ana jaja)
El mundo es un pañuelo:
No sé si los mocos se encontrarán mucho dentro del pañuelo, pero lo cierto es que vayas a donde vayas y por muy lejos que estés siempre pasa. En uno de los muchos templos que se pueden visitar en Hanoi nos encontramos con una simpática señora española a la que le pedí que nos sacara una foto. No tardamos mucho en identificarnos mutuamente como canarios y, como no podía ser de otra manera, ambos de Las Palmas. La cosa es que no venía sola sino con nada menos que 30 señoras más, el Club de Bridge del Real Club Náutico de Gran Canaria en peso. Se da la vuelta y grita: "Mira Mari, un canario!" Al verlas venir no sabía si tirarme al lago, pero no me dio tiempo a nada. En cuestión de segundos estaba rodeado: "Sí que es canario!! El cloquío inconfundible!", "Y tú de quién eres mi niño?", ... Total, que al final resultó que una de ellas era la madre de un compañero mío del colegio. Lo dicho: un pañuelo y nosotros los mocos.
Motos por aquí, motos por allá, entrecruzándose en ambos sentidos, tocando la pita 40 veces por minuto, sin ningún tipo de normativa de preferencias de paso en los cruces más que incorporarte con cuidado... El volumen de tráfico unido a la edad de muchas de las motos genera una polución tan exagerada que acabas entendiendo por qué la gente se pone mascarilla y planteándote si ponerte tú una. Todos acabamos con la garganta irritada. El peatón en una ciudad vietnamita está sencillamente... jodido. Las aceras no son para caminar por ellas, sino para otras muchas cosas: comer, montar tu tienda, aparcar la moto y cualquier otra cosa que se te ocurra, por lo que no te queda más remedio que caminar por el bordito de la calzada sintiendo el zumbar de las motos en tus codos si los sacas más de la cuenta. Cruzar es más divertido aún. El flujo de motos no se detiene nunca y nadie te va a ceder el paso por lo que el método consiste en echarte a andar sin miedo y despacito confiando en que te irán esquivando. Las primeras veces cuesta lanzarse, pero al final se convierte en algo bastante natural. Tampoco van tan rápido... Es imposible ir rápido en esas condiciones.
Halong Bay:
Última excursión del viaje, esta vez con nuestros compis de Ho Chi Minh City (Saigón). A 3 horas de la ciudad se encuentra la costa y las espectaculares formaciones rocosas emergiendo del mar y formando un laberinto de islas escarpadas dignas de una película de piratas. De hecho, los barcos en los que te llevan a través de ellas se dan un estilillo, así de madera y tal...
El barquito paró en una de las islas para ver las espectaculares cuevas de su interior. La montaña era prácticamente hueca y fue empleada durante un tiempo por parte de la flota japonesa para ocultarse durante la segunda guerra mundial.
La zona tiene mucha vida "flotante": mercados de marisco y pescado vivos, puestos de fruta y hasta casas por supuesto. Me recordó mucho a Waterworld.
Sí, esto último son barriles de gasoil. Justo al pie del embarcadero y sin ninguna señal que prohiba fumar ni nada de eso... Queríamos creer que era otra cosa, pero cuando el tipo cogió una garrafita y se la echó a su propio motor, pues ya no cabía duda. Si a alguien se le llega a ocurrir tirar una colilla salimos todos por los aires.
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